Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
JUNIPERO SERRA Y LAS MISIONES DE CALIFORNIA

(C) José-Luis Anta Félez



Comentario

CAPITULO XII


Pasa a la California con quince Misioneros para trabajar

en ella.



Habiéndose extinguido en la N. E. la Sagrada Compañía de Jesús el día 25 de Junio del año de 1767, fueron encomendadas por el Exmô. Señor Virrey Marqués de Croix (de acuerdo con el Illmô. Señor Visitador general del Reino D. José de Gálvez) al Colegio de San Fernando de México, las Misiones que los Padres expulsos administraban en la California. Viose precisado el Colegio a admitirlas, (no obstante lo falto que se hallaba de Religiosos) para hacer a Dios y al Rey este servicio, y a enviar al propio tiempo a España por competente número de Misioneros.



Diez y seis eran los Padres Jesuitas que había en la California, y otros tantos habían de pasar a remudarlos; pero teniendo ideado el Superior Gobierno poner en las cuatro Misiones más adelantadas Sacerdotes Seculares, pidieron los citados Señores doce Religiosos al R. Padre Guardián del Colegio. Propúsolo éste en Comunidad, convidando a todos los que se hallasen con espíritu para tan árdua empresa; y prontamente tuvo el número necesario de Misioneros, que se ofrecieron voluntariamente.



En este tiempo estaba nuestro V. Fr. Junípero haciendo Misión en la Provincia del Mesquital y como treinta leguas distante de México. Eligiólo el Prelado para Presidente de aquellos Misioneros; pero en atención a no dar tiempo para consultar su voluntad la precisión de salir, y estando tan conocido su espíritu y puntual obediencia (pues la menor insinuación reputaba por precepto formal y expreso) le escribió para que se regresara al Colegio. Así lo practicó llegando a él el día 12 de Julio, y llegando a tomar la bendición del R. P. Guardián, éste dijo al V. Padre lo llamaba para que fuese con los demás Religiosos, asignados por Discretorio, a la California. Admitió el Siervo de Dios el ser uno de los elegidos, y con mayor consuelo que los demás, por no haber concurrido ni siquiera con el Ecce ego mitte me, sino por sola elección del Prelado, sin indagar su voluntad.



Tenía ya el Exmô. Señor Virrey prevenido todo equipaje necesario para el viaje (por tierra) de doscientas leguas, hasta el Puerto de San Blas, para que fuesen con alguna comodidad los Padres, a efecto de evitar se enfermasen en el camino tan dilatado, de tierra caliente y destemplada, y luego pasó aviso S. Exâ. al R. P. Guardián para que estuviesen prontos para el día catorce de julio del citado año de 1767. Despedímonos de la Comunidad, y al tomar la bendición del Prelado nos dijo éste, convertidos en mares de lágrimas sus ojos: "Vayan, Padres y queridos Hermanos, con la bendición de Dios y de N. S. P. S. Francisco a trabajar en aquella mística labor de la California que nos ha fiado nuestro Católico Monarca: Vayan, vayan con el consuelo de que llevan para su Prelado al Padre Lector Junípero, a quien por esta Patente nombro de Presidente de todos VV. RR. y de aquellas Misiones; y no tengo que decir más sino que le obedezcan como a mí mismo, y me encomienden a Dios.. Aquí suspendió la voz por embargársela las impetuosas aguas que destilaban sus ojos; y entregando la Patente al V. Padre, éste la recibió con toda sumisión, sin poder articular palabra por las muchas lágrimas que derramaba; y siendo el llanto de todos general y copioso, considerando sería aquella despedida para la eternidad, besamos la mano al R.P. Guardián, y salimos dicho día (en que se celebra a San Buenaventura) acompañándonos el resto de la Comunidad hasta fuera de la Portería, cuyo compás hallamos lleno de gente para vernos marchar.



Duró la caminata hasta el Pueblo de Tepic treinta y nueve días, con los pocos que tuvimos de descanso en las Ciudades de Querétaro y Guadalajara: En ésta supimos por el Illmô. Señor Obispo, de que no tenía Clérigos para la California, y que no estaba ninguna de las Misiones en disposición de ser administrada por otros Sacerdotes que los Misioneros, y que así lo había escrito ya al Exmô. Señor Virrey. En vista de esto, dio cuenta de ello nuestro V. Padre Presidente al R. Padre Guardián, suplicándole se esforzase a enviar más Religiosos. Así lo practicó hasta completar el número de diez y seis, que todos nos juntamos en el Hospicio de la Santa Cruz de Zacate, que en el citado Pueblo de Tepic tiene la Provincia de Xalisco de la Regular Observancia de N. S. P. San Francisco.





Habiendo llegado allí el V. P. Presidente el día 21 de Agosto, supo por el Coronel Comandante de la Tropa que estaba acuartelada, con el destino de ir parte de ella a la California y Sonora, de que aún estaba despacio la salida, por lo muy atrasados que se hallaban los dos Paquebotes, que con el fin de transportarnos a todos para la California y Sonora se estaban construyendo; nos vimos precisados a detenernos en el citado Pueblo, manteniéndonos el Rey de su cuenta.



El fervoroso celo del V. Padre Junípero no le permitió el que tantos Religiosos como allí estabamos ociosos por detenidos, perdiésemos el tiempo que se podía emplear en la conversión de muchas almas; y así luego que descansamos de aquel largo viaje, dispuso el que hiciésemos Misión en las cercanías del Puerto de San Blas, repartiendo a todos por los Pueblos expresados en el Capítulo antecedente, quedándose S. R. en el expresado Pueblo de Tepic, con otros Compañeros haciendo Misión allí, en cuyo ejercicio nos ocupamos hasta principios de Marzo del año de 1768, en que nos embarcamos, como se verá en el siguiente Capítulo.